Dos posibilidades de hacer los ochenta kilómetros para llegar al aeropuerto más cercano: por trén, o por auto; y desde hace unos meses en autobús, pués el monopolio de los transportes, por estas tierras, siempre fué de los trenes.
Esta vez me tocó en auto, para liberarme, en un acto de caridad, de los caóticos trenes alemanes. Sí, no se aturdan , he dicho caóticos. Y el rápido a Frankfurt, ni les cuento. El último viaje en tren, casi me lapidan con maletas. Ni guardan cola, ni hostias, ni menores, ni embarazadas, ni discapacitados. A pillar asiento como salvajes. Pués, más trade me enteré, que hay variedad de precios en los billetes, para gustos, colores y bolsillos. Si compra un billete, se siente, pero no viene con asiento. Si su deseo, es de señorito del sur, que es lo razonables, pues paga un extra y punto. Obviamente, nadie lo paga y comienza la guerra por ir 30 minitos sentado. Y la llegada a la estación del tren, del aeropuerto de Frankfurt, es otro capítulo.....
Que el euro es el euro, por que no decirlo, en estas tierras de la tacañeria.
Un poco de retraso y a casa. Las chic@s aéreas, de las compañias del sur, perfectas. En un " pispas " todos organizados y atados en sus asientos.
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