Maravillosos, cuando en las fruterías los ves, grandes, duros y de un amarillo atrayentes. Colocados estratégicamente en forma de cascadas. Puestos en el frutero de casa ¿ quien se come esos turgentes plátanos ? Pasan días y más días, y ¿ quien les ha metido mano ? Se van poniendo flácido, triste y negro, Nadie se acordo de ellos y terminaran tirados, como una prueba más del consumo insaciable del humano. Para, que el plátano, no nos remueva las conciencias del exceso, les propongo una salida honrosa a este desasosiego: un delicioso bizcocho de plátano.
Tomen el eterno molde; no hay otra. Lo engrasan y lo enharinan para que no se pegue la masa. Harina 225gr, dos cucharas de levadura en polvo, media cuchara de té, de bicarbonato sódico, media cucharada de té de sal, 75 gr de mantequilla, 150gr. de azúcar, tres o cuatro de platanos olvidados y tres huevos.
Manitas limpias y, a mezclar todos los polvitos, con la mantequilla. Les dará mucho gusto si están acostumbrados a tocar. Sigan y sigan...... hasta que quede arenita. Machacan los plátanos y baten los huevos. Y a mezclarlo todo. Cuando este equilibrado, que no se distinga la harina del huevo, ya está la masa lista. Se vierte en el molde y al horno durante 45 minutos, a180º. Después se deja enfriar y se añade azúcar glas, y como las montañas nevadas de mi pueblo.
¡ A disfrutar del plátano !
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